Las sociedades de inversión inmobiliaria cumplen su primer año de vida. En su estreno, resultaba difícil valorarlas: eran cajas de dinero y una declaración de intenciones reflejada en un folleto de salida a bolsa. Hoy, en mayor o menor medida, ya han hecho ‘delivery’ y cuentan con activos bajo la eficiente estructura fiscal que permiten valorarlas. Además, en estos doce meses el panorama del ladrillo español ha cambiado a mejor. Hace un año, alguno de los principales ejecutivos de estas firmas se daba 36 meses para engordar al bicho. Dada la velocidad de los acontecimientos, en el mejor de los casos, les quedan dos años. Hoy constituyen una alternativa válida para subirse a la eventual recuperación del inmobiliario español aunque no son fácilmente comparables entre sí.
Merlin, que nacía como la más grande de todas y con un pan debajo del brazo en forma de sucursales del BBVA, es, quizá, la que mejor ha hecho las cosas. Tan bien que va un año y medio por delante de sus compromisos y va a pagar ya, con cargo al año pasado, sesenta millones de euros de dividendo. No han hecho muchas inversiones hasta ahora pero han sido muy buenas, primando las propiedades en renta y no tanto el chollo. La rentabilidad de la cartera –6%–, las mejoras evidentes de financiación y la cada vez más evidente recuperación en los precios y las rentas les permite estar muy cómodos con la tasa de retorno comprometida en su salida. Las nuevas inversiones, advierten, ya no van ofrecer esas rentabilidades ante la entrada en tromba de inversores, extranjeros sobre todo.
Con todo, aún quedan oportunidades. Hay alguna cartera, ya identificada, en manos de propietarios que no son los naturales y que no tardarán en salir al mercado. Para cuando esto ocurra –si ocurre– quieren estar preparados: a la próxima y primera junta general de accionistas llevan una propuesta de ampliación de capital condicionada a dicha circunstancia. Quieren tener la escopeta cargada y los cartuchos a mano para estar en igualdad de condiciones que los grandes. Hay que darles la confianza, se la han ganado con creces.
Sabadell, derecho a diversificar
Cotización: TSB Bank
El Banco Sabadell aspira a que un 30% de sus ingresos provengan desde fuera de España. Llevan tiempo avisando que ése es su propósito y aunque todavía no han terminado de cerrar las heridas de la crisis inmobiliaria, esta semana han roto el hielo lanzándose a la compra de un banco inglés. Sin duda, forma parte del ADN del banco catalán su capacidad de arriesgar con vistas a la internacionalización. Ya se sabe que Audentes fortuna iuvat (“a los osados sonríe la fortuna”). Eso sí, la ampliación de capital por valor de 1.600 millones de euros para hacer frente la operación ha caído como un jarro de agua fría –se trata de un banco que vale algo menos de diez mil millones de euros en bolsa.
Pero más allá de la bipolaridad evidente de los mercados, un inversor debe asumir en su análisis una perspectiva temporal más amplia. En este sentido, en ocasiones he empleado la metáfora de las luces largas frente a la volatilidad emocional del día a día. Sin duda, el mercado de banca minorista en el Reino Unido forma parte de la Premier en términos de rentabilidad. Además, el Sabadell entraría en el mercado británico mediante una franquicia local muy reconocida, lo que sin duda resulta imprescindible para trabajar con cliente minorista. El banco TSB cuenta con seiscientas oficinas, que son muchas, está sobre-capitalizado y no hay ningún problema de balance. También es terriblemente ineficiente por lo que los eventuales ahorros en costes de la plataforma digital de Sabadell son alcanzables. Por lo tanto, puestos a tener exposición en el mercado inglés, puede tener sentido apostar por una marca británica.
El precio pagado no supone ninguna barbaridad si se cumplen las sinergias que se han propuesto -e, históricamente, han demostrado una gran capacidad de integración de otras plataformas-. El momento de compra puede sonar prematuro con el regusto a hiel que todavía permanece tras varios años en el disparadero. Tal vez ellos, que tienen información de primera mano, lo vean mucho mejor, lo que sería bueno para todos. Y si algo les ha caracterizado en los últimos tiempos es intentar ir un paso por delante con lo que ello supone.
Elecciones andaluzas, un pasito para adelante
Los comicios andaluces dan el pistoletazo de salida al difícil año electoral de 2015. Frente a lo que sucedía hace apenas un lustro, los mercados financieros temen más las sacudidas de la política que las cuentas de resultados de unas empresas que, mayormente, han hecho sus deberes. Así que no deja de resultar cómico, casi en la mejor tradición berlanguiana pero al revés, que los grandes fondos de inversión de Wall Street o los principales banqueros centrales del mundo hayan seguido al minutos los resultados en el sur de España. Andalucía constituye el primer indicador adelantado fiable, tras el desparrame demoscópico de las últimas encuestas, de lo que puede suceder en España en estos próximos meses. Los factores clave a tener en cuenta son dos: de entrada, el margen de error que la irrupción de las nuevas fuerzas políticas ha introducido en las encuestas. Pero más importante aún es el peso real de la agrupación que representa al partido de Pablo Iglesias.
Ahora, con los resultados en la mano, todo apunta a que nos hemos pasado un par de pueblos y alguna gasolinera en la ponderación del riesgo Podemos. Los inversores internacionales pueden descartar lo peor. Así las cosas, si en una región de circunscrita importancia en las generales como es Andalucía el peso del partido de Iglesias se ha limitado a un 15%, muchas teorías sobre el riesgo de gobernabilidad en España quedan en entredicho. Más aún si tenemos en cuenta el sesgo ideológico histórico de los votantes andaluces.
Aunque el resultado de ayer ha dado pistas, no ha sido definitivo y se da rienda suelta a las valoraciones sobre la coalición mas probable. El peor escenario sería un PSOE echándose en brazos de Podemos ya que los miedos a los dislates económicos que propone el partido radical tomarían cuerpo. En el polo opuesto e igual de improbable, lo mejor sería una coalición PSOE-PP pues alejaría los miedos a la instauración de un régimen bolivariano en la Europa continental. Un pacto PSOE-Ciudadanos tampoco estaría mal visto por el mercado. La reedición de la antigua coalición de gobierno con IU, tampoco importaría. El riesgo es que Podemos pise moqueta y los resultados, aunque no definitivos, nos permiten coger aire. Lo que desde luego debemos hacer a partir de ahora, incluso sin haberlo descartado del todo, es coger con pinzas todas las predicciones que apuntaban a un Gobierno de Podemos. El sentido común se ha impuesto.
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