Resulta muy aburrido –y en general contraproducente– hablar de política para los que nos dedicamos a los mercados. Entiendo que los analistas políticos no hubieran podido imaginar ni en sus mejores sueños un periodo como hemos tenido en estos últimos años para desarrollar su actividad profesional. Sin embargo, los que tenemos que tratar estos temas por motivos ajenos a nuestra voluntad, estamos muy aburridos. Vuelve «la burra al trigo». El melón del riesgo político parece que se vuelve a abrir. ¿O no?
Pues la verdad es que no debería. Con independencia de lo que vaya a pasar, si una vez más sacamos la cabeza de la centrifugadora –que es por lo que nos pagan a algunos–, el escenario a día de hoy no ha cambiado mucho. El hábil Sánchez, moción de censura por delante, recupera algo de iniciativa política. Y le secundan lo peor de cada casa. Ciudadanos, siempre al sol que más cobija, no tiene claro cómo salir del aprieto. Y el Gobierno, con su presidente a la cabeza, arrea zarpazos propios de un oso herido de muerte.
Más allá de lo que cada uno pueda pensar, creo que no ha cambiado nada de fondo. La posibilidad de que Sánchez pise moqueta resulta muy remota. La mal llamada moción instrumental no es probable, porque al que no le interesa es al PSOE. Y Ciudadanos, aunque les duela, están más solos que la una. Con estos mimbres, más allá de las dos semanas de portadas y las idas y venidas de unos y otros, parece que todo sigue igual.
El otro escenario que podría darse es el de unas elecciones anticipadas cuyo resultado, a tenor de las encuestas, sería algo más razonable para enfrentarse a los retos que tenemos encima de la mesa.
Lo que no se contempla, por imposible, es una apertura en canal del riesgo político a estas alturas del partido. ¿Ruido? Puede ser. Es más, resulta bastante probable. Pero nada cambiará. Parecía más difícil que el Real Madrid volviera a ganar la Copa de Europa y, sin embargo, pese a todo, así ha sido. Nada cambia, la leyenda continúa; la del riesgo político, también.
Artículo publicado en ABC.
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