No creo que se incremente el riesgo político. La fragmentación no es un riesgo en sí mismo. Los riesgos políticos que había abiertos –Cataluña y Podemos–, con este resultado electoral si acaso se han cerrado. Extrapolando el resultado de estas elecciones a nivel nacional, el PP se quedaría con 130 escaños, 120 para el PSOE, 35 Podemos, 20 Ciudadanos y los 50 restantes para los nacionalistas. A dividir entre los de izquierda y los de derecha.
Insisto: la fragmentación no es un riesgo en sí mismo. Supone más dificultades para hacer cosas, pero no el riesgo de deshacer. Y lo mollar de las reformas ya están hechas. Hay que entender, además, que en la unión monetaria los gobernantes son observadores privilegiados de lo que pasa a su alrededor, pero su capacidad de actuación es más que limitada. La resolución de la crisis griega es el ejemplo más palmario de que no todo vale y que hay determinadas políticas económicas que no tienen cabida dentro de la Unión Europea. Aunque no se limita a Grecia. Francia, sin ir más lejos, ha hecho un giro de 180 grados a los planteamientos de política económica con los que Hollande llegó al poder. O, en nuestro propio caso, las importantísimas reformas que se han realizado en España en los últimos años no fueron en su momento iniciativas precisamente del Gobierno de Mariano Rajoy.
La lectura de los Larry Fink de turno –Fink es el presidente de Blackrock, una de las gestoras más grandes del mundo– sobre lafoto finish es la clave. Dos terceras partes del voto sigue en manos de los partidos tradicionales, en la que, en principio, debería ser su peor foto.
El bipartidismo resiste
La muerte del bipartidismo quizá se ha celebrado con demasiada antelación por unos y otros. Y el partido antisistema Podemos, hoy con los números del resultado electoral en la mano, no supone un riesgo. La posibilidad del desembarco del bolivarismo en España –que era la preocupación del inversor internacional– no existe. Han conseguido un resultado efectista por las dos alcaldías conseguidas, pero de poco recorrido. Por cierto, Bildu también ganó una alcaldía importante en las primeras elecciones a las que se presentó, para perder la plaza este domingo. Estas elecciones confirman la realidad del partido radical –fenómeno urbano, gente joven y radical de izquierda–, que puede llegar a tener una presencia limitada en el Congreso de los Diputados.
Al final, no hay que olvidar que con lo único que tiene correlación la Bolsa es con la evolución de los beneficios empresariales. Y los fundamentales detrás de los mismos en el caso de la Bolsa española, por mucho que consigan dos alcaldías o que apoyen en alguna comunidad autónoma al PSOE, no cambian. La recuperación macroeconómica está siendo más fuerte y tiene más recorrido de lo esperado.
Beneficios en alza
La recuperación de los resultados empresariales no ha hecho nada más que empezar en un entorno de apalancamiento operativo sin precedentes, y los agoreros siguen campando a sus anchas, lo que constituye un magnífico indicador contrario. No sé lo que pasará con la contrata de basuras de Barcelona o en su caso Madrid con las nuevas alcaldesas, pero hasta ahí llega su influencia a la hora de afectar al futuro de los resultados empresariales.
Sin duda, habrá ruido cuando se vayan definiendo los distintos gobiernos y cuando salgan nuevas encuestas sobre la evolución de la intención de voto. No tengo ni idea de cuáles deberían ser las estrategias de los distintos partidos en las negociaciones que ahora se abren.
Pero si hay algo que nos ha enseñado esta crisis es que sobrerreacciones del mercado, dejándose llevar por temores infundados, suponen una oportunidad más que un riesgo. Y si por el resultado de estas elecciones la Bolsa cayera, yo no dudaría en comprar, porque no creo que el análisis que acabo de hacer tarde mucho tiempo en hacerlo gente mucho más lista que yo.
Fuente: Expansión
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