Creo que fue Howard Marks quien dijo que en el concurso de belleza que constituyen los mercados, no se trata de saber quién es la ganadora, sino qué piensa el jurado. Los miembros del mismo están expuestos a muchas injerencias, de ahí la importancia de las emociones de los agentes en el proceso de fijación de precios. A este jurado, todo lo que le ha llegado en los últimos tiempos sobre lo que estaba pasando en la Península Ibérica, no ha sido muy halagüeño. Sin embargo, podemos decir que a algunos medios les ha ido la mano al narrar los charcos –muchos, demasiados– en los que nos hemos revolcado durante estos años. Lógicamente, el papel de los medios internacionales es muy importante en estos casos, porque son la ventana a la que se asoman muchos inversores para tomar decisiones.
Sin embargo, es probable que las cabeceras internacionales no sean las que tenga más responsabilidad en este asunto. Tal vez se trate de un problema más nuestro, sobre todo si tenemos en cuenta la baja autoestima de los propios españoles, lo que nos convierte en nuestros peores prescriptores. El cainismo nos define. Por todo ello, resulta muy difícil que fuera tengan una imagen buena cuando desde aquí trasladamos una pésima opinión, que, lamentablemente, ni siquiera se corresponde con la realidad. Hay muchos datos –la última encuesta del CIS, sin ir más lejos–, que confirman esta mala percepción. Hoy, el porcentaje de personas que piensan que la situación económica es igual o peor que hace doce meses es mayoritaria cuando todos los datos –y el sentido común– dicen lo contrario.
Así las cosas, hay que entender que lo importante en el proceso de toma de decisiones de inversión es la realidad y no la actualidad. La distorsión actual entre la realidad y la percepción que se tiene en general es enorme. Y más que lamentarse por ello, hay que tratar de aprovecharlo, porque la realidad siempre se acaba imponiendo.
Artículo publicado en ABC.
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