Nueva etapa en el inmobiliario

El sector inmobiliario, al igual que los bancos, está en una situación completamente distinta a la de ciclos anteriores. En todos ellos, durante los últimos cuarenta años, los tiempos han sido marcados por el tándem del sector inmobiliario y el financiero. Pero esta vez las cosas son diferentes.

Frente a las casi 800.000 casas que se construían en España en 2007 y 2008, en 2019 no llegaron a 100.000 después de muchos años sin poner un ladrillo encima de otro. Hoy no hay, a diferencia de entonces, un problema de oferta, todo lo contrario. Al arranque de esta catástrofe, la promoción residencial se encontraba en los primeros compases de un nuevo ciclo. Y aunque lógicamente había recuperado en los últimos años, los precios de las obras nuevas no eran ni por asomo parecidos a los que se alcanzaron en la burbuja del ladrillo.

Con independencia de cuánto tiempo duren las circunstancias que afectan a la demanda, resulta indiscutible que va a tardar mucho menos en recuperar; otra diferencia relevante con periodos anteriores. Probablemente, primero tengamos que lograr algo más de certidumbre en lo económico que la actual, pero los plazos para que la demanda recupere se mide en meses, no en años.

Por lo tanto, no se espera que el sector sufra un ajuste parecido al de la crisis anterior. Resulta probable que en un primer momento los precios de las viviendas de segunda mano o los alquileres bajen hasta que el mercado vuelva a coger tracción, pero será algo marginal que no durará mucho.

Y en lo que respecta a la vivienda nueva, teniendo en cuenta la limitada oferta y la ubicación mayoritaria de esas promociones –allí donde, al menos antes, había demanda–, no debería tener mayor impacto que los meses de parón, que han afectado más a la comercialización que a la construcción.

Se empieza a escuchar voces sobre eventuales medidas que podrían acelerar la recuperación del sector, lo que resultaría muy positivo en término de empleo en un momento como el actual. Reducciones de impuestos a la compra de vivienda, o incluso esquemas de ayudas a través de avales para acceder a la primera vivienda son medidas que, además de mucho sentido, tendrían gran impacto económico a un coste muy bajo. Puede que haya algo de vida inteligente, pero mejor no ilusionarse.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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