Las idas y venidas de la Bolsa en lo que llevamos de año confirman que seguimos en la misma dinámica desde el pasado verano. En el mercado manda casi exclusivamente la macroeconomía y la mejora de las expectativas se trasladan a los tipos de interés y al resto de activos. En Europa, los tipos negativos son el origen de las distorsiones que existen en los mercados y a medida que los datos levanten cabeza los tipos recuperarán de la mano del Banco Central Europeo.
Las dudas sobre el posible impacto de la epidemia china en la macroeconomía hicieron que las bolsas se torcieran al final de enero. Ahora, a medida que se confirma que el virus no hará descarrilar la economía, el mercado volverá a las andadas y todo volverá a girar en torno a los tipos y su eventual su normalización.
En la Bolsa, lo que estaba barato y lo había hecho mal hasta verano, lo sigue haciendo bien tras el paréntesis de la última semana de enero. Y tal vez lo más importante sea que, teniendo en cuenta las valoraciones tan extremas en las que se encuentran muchos valores, es probable que el movimiento continúe.
Lo importante seguirá siendo la macro y los mensajes que pueda dar el Banco Central Europeo sobre su posible cambio de tranco. Si, como ha ocurrido otras veces, el impacto en la economía mundial es pasajero –lo que deje de crecer la economía ahora se recupera más adelante–, el patrón de comportamiento en el mercado debería seguir siendo el mismo: bolsas para arriba de la mano de bancos y compañías cíclicas que están al precio del picón tras ser denostadas como consecuencia de los tipos negativos.
Y en estas circunstancias, la Bolsa española destacará entre las europeas, no porque hemos sufrido ninguna maldición bíblica, sino por la composición del índice español en el que tienen mucho peso aquellos sectores que peor lo han hecho desde 2017. Ahora toca que se dé la vuelta y recuperar el terreno perdido.
Artículo publicado en ABC.
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