Foto: Efe
Lo mejor que se puede decir de esta semana en la bolsa es que, por fin, termina. Fuertes caídas en todos los índices en quince días en lo que va de año que, en el mejor de los casos, se han llevado por delante las ganancias del anterior. Todo un año volatilizado en menos de diez sesiones de mercado. Para que vuelvas.
Y lo peor es que, realmente, no hay nada nuevo bajo el sol. La desaceleración de la economía china, la posible depreciación del yuan, los aspectos técnicos de los modelos de contratación electrónica en las bolsas y sus consecuencias, y los riesgos geopolíticos son los temas con los que justificamos el comportamiento reciente de los mercados. Los discípulos del apocalipsis recitan el conocido estribillo “ya lo decía yo” y elaboran teorías sobre la magnitud de la sacudida que, según algunos, podría ser parecida a la del 2008.
Cuando uno logra sobreponerse de la sacudida, recomponer la figura y alzar la vista hacia los fundamentales, no hay nada objetivo que justifique semejante comportamiento. Las sensaciones que se pueden tener son solo eso: sensaciones, pálpitos que nada tienen que ver con lo que dicen los datos que los bancos americanos ya publicados. Créditos y depósitos crecen razonablemente y no hay nada preocupante. La exposición a firmas afectadas por la caída del precio del crudo es limitada y los niveles de apalancamiento están muy lejos de los de antaño.
Tras mirar las pantallas de Bloomberg se desprende que es el precio del crudo el que marca el comportamiento de las Bolsas. Si el petróleo amanece subiendo, éstas comienzan recuperando. En el momento que se da la vuelta, las Bolsas bajan. Y así llevamos unos cuantos días. Esta caída no es tanto un problema de demanda, que continúa creciendo, como de oferta ante el nuevo paradigma que han impuesto los grandes países productores. Nada para echar a correr.
Sin embargo, el movimiento se está retroalimentando y trasladando al resto de activos. Y los inversores se preguntarán cuánto puede durar esta situación No se sabe. Tirando de Perogrullo, lo que quede por caer –si es que queda algo– es mucho menos de lo que ya ha caído. En cuanto se despejen las dudas sobre la salud de la economía mundial podríamos ver una fuerte recuperación en el precio del petróleo.
Por tanto, si estaban pensando comprar Bolsa este año, no van a tener mejor oportunidad. La caída ya duele –en algunos casos, mucho-, y es el dolor lo que le faltaba a esta corrección para que terminara.
Artículo publicado en ABC.
- Prima de riesgo: no es lo mismo Italia que España - 23 octubre, 2018
- La seguridad jurídica - 22 octubre, 2018
- Tribunal Supremo: rectificar es de sabios - 22 octubre, 2018