Con la evolución del precio del petróleo sucede algo parecido a la situación de los tipos de interés: se han pasado meses anticipando el fin del mundo como una consecuencia de las contundentes y rápidas caídas en la cotización que hemos vivido. Hoy, sin embargo, ya se habla –casi sin solución de continuidad– de que podría volver a estar por encima de los 100 dólares el barril como una consecuencia más de las reducciones de capacidad que se han producido recientemente, nivel que podría provocar, según dicen, el descarrilamiento de la recuperación.
Creo que más allá de que los ciclos se hayan podido comprimir o no, nos encontramos en un punto en el que el exceso de información nos puede llevar a conclusiones precipitadas. Ni la caída del precio del petróleo se ha llevado por delante nada, ni la reducción de la oferta que se ha producido recientemente van a provocar repuntes meteóricos en la cotización del oro negro. Como inversores hay que procurar no dejarse llevar y buscar un análisis sosegado de los datos y la actualidad, hay que mirar más allá de estos periodos de volatilidad.
El cambio de paradigma de la oferta, como consecuencia del nuevo rol adoptado por Arabia Saudí, no va a ser flor de un día. Sigue intacto el objetivo marcado por los principales exportadores de petróleo de mantener los precios a un nivel lo suficientemente bajo como para desincentivar la inversión en nuevas tecnologías sustitutivas. Y lo más probable es que, para mantenerlos en el entorno de los 40 dólares el barril durante un plazo de tiempo suficiente, vayan a cubrir con nueva producción propia las eventuales reducciones de oferta. Tampoco resulta tan complicado, es la ley de la oferta y la demanda.
Artículo publicado en ABC.
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