Y cuando nadie –o al menos muy pocos– se lo esperaban, llegó la subida de las bolsas. Y aunque no debería ser nada nuevo, las bolsas en concreto y los mercados en general tienden a hacer aquello que menos se espera y, consecuentemente, que más daño hace. Ha sido así siempre y así seguirá siendo en el futuro.
Mientras muchos inversores y analistas, sobre todo aquellos que mayores esfuerzos han destinado en los últimos tiempos a anticipar las plagas bíblicas, estaban regodeándose con lo que se nos venía encima en el plano político, las bolsas les han pasado por la derecha. Nuevos máximos históricos en las americanas y fortísimos repuntes de las europeas. Y quizá lo mejor es la forma en la que están subiendo los principales índices, apoyados especialmente en valores que se benefician de la normalización de la percepción del riesgo. También lo hacen aquellas compañías que mejor aprovechan el crecimiento económico y potenciales repuntes de la inflación. Los bancos, en concreto, son el mejor ejemplo, pues se ven impulsados por ambas circunstancias. Y al contrario, lo están haciendo mal los bonos y aquellos valores de Bolsa que se habían comportado como activos refugio.
Por todo ello, se pueden anticipar más subidas en la medida que el escenario de un crecimiento ligeramente por encima de lo esperado y normalización de la curva de tipos de interés se vaya confirmando.
Las enseñanzas más importantes que se desprenden de lo que estamos viendo durante los últimos días es que las Bolas son impredecibles y que no resulta rentable dejarse llevar, ni pasarse de listo.
Artículo publicado en ABC.
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