Fuente: INE
La recuperación del inmobiliario está llegando al último eslabón de la cadena, el residencial. En el segundo trimestre de 2014, tras cinco años de caídas, el precio de las casas volvió a subir. Y lo que es más importante, se dan las circunstancias para que siga subiendo. Por un lado, lo más importante, se ha digerido gran parte de la sobreoferta de viviendas consecuencia de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, esto no quiere decir que se haya agotado el stock, sino que la parte restante o no satisface a la demanda actual o resulta invendible. Las casas, a diferencia de los coches, no tienen ruedas.
Por otro lado, en los últimos tiempos, otras variables que soportan la demanda residencial se han dado la vuelta con fuerza. El crédito hipotecario se acelera, los bancos han abierto el grifo y todo indica que va a seguir la misma tendencia. A la evidente recuperación del ciclo, junto con la mejora de la confianza, hay que añadir cierta obligación de los bancos a prestar como consecuencia de los importantes vencimientos hipotecarios de estos años. Pero no sólo pueden prestar más, además quieren hacerlo, lo que es un cambio notable en relación a cómo hemos estado hace bien poco. La creación de empleo está directamente correlacionada con la compraventa de viviendas. Y no sólo se ha creado mucho empleo los dos últimos años, además las estimaciones para el curso próximo, algunas cerca de los dos millones de puestos de trabajo, no son en absoluto descabelladas. Y, por último, la demografía –lejos de lo que se piensa– apoya, que no obstaculiza, la recuperación.
Así las cosas, hay quienes piensan que tras una caída del precio de la vivienda del 40%, el número –cada vez mayor– de compradores extranjeros y con los tipos de interés bajos, el ladrillo puede haber empezado otro ciclo alcista. Sin duda, el español medio no será difícil de convencer, es algo que llevamos en el ADN.
Artículo publicado en ABC.
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