El Gobierno está dando señales claras de una deriva a políticas populistas y de extrema izquierda que preocupan. En lo político pero también en lo económico. Su planteamiento de legislatura ha sido flor de un día. Lo está llevando todo a una terrible simplificación con altas dosis de maniqueísmo. Más gasto con más impuestos. O eres partidario y por lo tanto un socialdemócrata generoso y con altura de mirás o, por lo contrario, eres un sucio capitalista sin corazón. Además, el fin justifica los medios. Qué más da incumplir la ley de estabilidad y neutralizar al Senado ignorando la soberanía nacional.
Fuera Sicavs. Da igual que los prejuicios que hay en torno a estos vehículos de inversión sean fácilmente desmontables. Se adopta la misma dialéctica. Si no eres partidario de abolirlas, algo escondes. Demagogia en estado puro. Todo vale. Es la moneda de cambio que exige Podemos para apoyar la aprobación del techo de gasto. Además, es la forma de reconciliarse con parte de su electorado más escorado a la izquierda. Pues sin miramientos. Hacen suya la propuesta y «ancha es Castilla». Ni un ápice de pedagogía. Y qué más da que sobre unas premisas falsas nos llevemos por delante parte de una industria que no tengamos duda va a recalar –o de hecho ya ha recalado– en otros países de Europa. Cainismo en estado puro.
Igual de malo el fondo y las formas. El único asidero que nos queda es que tienen pocos visos de prosperar. Todo se quedará en propuestas de cara a la galería ante un cada vez más probable adelanto electoral.
Sin embargo estos meses están siendo muy útiles. Son una muestra muy clara de hasta dónde estarían dispuestos a llegar si de verdad sumaran. El éxito o el fracaso de estos planteamientos se medirá en las próximas elecciones. No sé cuánto éxito puedan tener con estas propuestas extemporáneas. Tiendo a pensar que poco, pero no sé si mezclo deseos con realidad.
Artículo publicado en ABC.
- Vacuna - 17 agosto, 2020
- Baile bancario - 17 agosto, 2020
- ¿Mercados eficientes? - 17 agosto, 2020