Socimis: una historia de éxito

Las sociedades de inversión inmobiliaria acaban de cumplir cinco años, y lo hacen con buena salud. Surgieron en un momento de enorme incertidumbre, con el claro objetivo de canalizar la inversión de inversores institucionales a un sector al que la crisis había dejado como un solar. Hoy, unos años después y a la vista de lo que ha sucedido, se pueden considerar un éxito.

Ahora, aquellas «cajas de dinero» con intenciones parecieron más o menos sensatas al nacer, hoy son una realidad. Con sus particularidades, casi todas tuvieron la misma génesis: antiguos ejecutivos del sector que vieron la oportunidad que se presentaba en el mercado tras el pinchazo de la mayor burbuja de la historia y que aprovecharon los nuevos vehículos (las socimis) para tratar de jugar la recuperación del sector. Al principio todas trataron de entrar en el subsector que parecía más evidente, las oficinas, pero luego cada una siguió su camino. Unas se han especializado en hoteles, otras en centros comerciales, aunque la mayoría ha permanecido en las oficinas. Y unas han sido capaces de crecer más y más rápido que otras, participando en importantes operaciones corporativas y convirtiéndose en grandes empresas cotizadas.

Lo que está claro es que la parte fácil –aunque fuera la menos intuitiva– es ya pasado. Hasta ahora prácticamente todos los activos inmobiliarios que se han comprado se han revalorizado. Se trataba más de dejarse llevar por una ola que de cualquier otra cosa. Hoy, después de la recuperación del sector, los tiempos han cambiado. Ya no vale solo comprar –reconociéndole todo el acierto y valentía que supuso empezar a hacerlo en los años complicados– y esperar que suba.

El viento de cola persiste, las compañías tienen más tamaño y están más especializadas y probablemente estaremos en tiempos más propicios para la actividad corporativa. A partir de ahora, la gestión resultará diferencial.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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