Suben la apuesta en la banca mediana

La oferta de Abanca por Liberbank ha pillado a todo el mundo con el pie cambiado. Se daba por hecho que la fusión con Unicaja avanzaba de forma satisfactoria y que no iban a aparecer terceros en discordia y no ha sido así. La fusión se planteó como una decisión estratégica frente las presiones institucionales que animan a este tipo operaciones corporativas en el sistema financiero. Participando de esta misma creencia, el banco gallego lo ha visto y ha atacado por la vía que ha entendido como más eficaz: hacer una contraoferta difícil de rechazar. La lógica de esta última vuelta de tuerca del proceso de concentración es evidente: los bancos medianos nacionales necesitan mayor escala para poder competir en un entorno en el que los costes tecnológicos y regulatorios no hacen más que aumentar. Dejar las cosas como están no es una opción. Y hasta ahora, la ausencia de rentabilidad del sistema ha ralentizado todas las operaciones.

El viernes pasado fue Abanca, pero al resto les toca mover ficha. Si prospera la oferta de los gallegos, serán los malagueños los que se queden compuestos y sin novia. Será su turno. Así, en este momento son pocos los bancos que pueden considerarse dueños de su destino. Y romper la baraja con una operación hostil, como la planteada la semana pasada, probablemente precipite los acontecimientos. Es el juego de la silla, la música va a parar y hay muy pocas las sillas para tanto banco de entre treinta y cincuenta mil millones de euros de balance. La cuota mínima de mercado para poder jugar las próximas manos se sitúa por encima del 20%, lo que reduce el número de jugadores prácticamente a la mitad de los actuales.

La fusión entre Liberbank y Unicaja era la forma que tenían de tomar las riendas de su propio destino. Resulta difícil adelantar acontecimientos, pero no parece que los potenciales objetivos vayan a marcar los tiempos. En cuanto se resuelva lo de Liberbank, pasaremos al siguiente de la fila. Ibercaja, Bankia, Sabadell, e incluso hasta el BBVA que, con un valor en bolsa de 30.000 millones de euros de capitalización bursátil, está más bien en el saco de los que pueden ser comprados que en el de los compradores.

Los acontecimientos se están acelerando y el interés de los accionistas se acabará imponiendo. Buenas noticias para casi todos.

Artículo publicado en ABC.

José Ramón Iturriaga
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