A pesar de lo que pueda parecer, el Banco Central Europeo subió los tipos de interés la semana pasada. Me explico. De todas las medidas anunciadas –bajada del tipo de depósito, nuevos programas de compras de bonos, sistema de compensación para la banca comercial–, lo que de verdad cambia la película es esto último. La posibilidad de que los bancos puedan compensar parte de lo que depositan en el BCE supone, de hecho, que el coste de financiación en el interbancario se normaliza.
Es un primer paso para atajar la principal contraindicación de la actual política monetaria: la presión en la cuenta de resultados de los bancos. En tanto que, como por primera vez reconoció Draghi, son la correa de transmisión de la política monetaria, los tipos negativos resultan contraproducentes. Para que el dinero circule los bancos necesitan un poco de aire.
Más allá del gesto, supone un antes y un después en la actuación del Banco Central Europeo. En cierta medida, vienen a reconocer que las últimas vueltas de tuerca de la política monetaria en Europa han consistido en empujar una cuerda, lo que no lleva a ninguna parte.
No es que no tenga herramientas suficientes en la caja. Han demostrado que pueden intervenir la curva en todos sus plazos y que están dispuestos a explorar cualquier camino, lo que rompe con la herencia alemana y representa el mayor logro del italiano. Ahora, el problema de la economía europea no son los tipos de interés. Las condiciones de financiación son históricas y no constituyen un problema para los agentes financieros a la hora de tomar decisiones de inversión.
No sólo fue el gesto para con los bancos lo que evidencia el cambio de aires en Frankfurt, también algunos de los miembros más importantes del Consejo del BCE han manifestado sus dudas sobre la actual estrategia. Hasta aquí ha llegado la política monetaria y que cada palo aguante su vela.Este cambio de política tiene enormes consecuencias en los mercados financieros, más sobre todo si tenemos en cuenta que hasta hace poco todos los agentes financieros estaban del mismo lado, instalados en la idea aberrante de que el único camino era seguir bajando los tipos. Insisto: las consecuencias son muchas y lo sucedido el jueves y viernes de la semana pasada constituye un primer paso para desandar el camino. Son muchos los activos que han perseguido al bono en su descenso a los infiernos que ahora deberían levantar cabeza.
Artículo publicado en ABC.
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