En el mundo de las inversiones, una de las cualidades más reconocidas de todo buen inversor en Bolsa consiste en saber tomar la distancia suficiente respecto al día a día, y no dejarse llevar por un titular o portada del Financial Times ni por la interpretación de las últimas palabras de un banquero central en una reunión de antiguos alumnos en Dakota del Sur. De la misma forma que la volatilidad es el precio a pagar por la inversión en Bolsa, el ruido lo es de la globalización.
La semana pasada tuvimos la oportunidad de ver un ejemplo. Un dato de empleo mensual en Estados Unidos algo peor que los anteriores provocó una debacle en los mercados europeos ante la interpretación de que la Reserva Federal (FED) podría retrasar la subida de tipos a después de verano. Si alejamos el foco y ponemos el dato en perspectiva, la mejora que ha experimentado el empleo en el país a lo largo de los últimos años no solo justificaría la subida antes de verano, sino que también lo hubiera hecho el año pasado.
Al minuto de conocerse el dato ya se había publicado la actualización de las probabilidades de subidas de tipos para las próximas reuniones de la FED y cuál había sido su variación por un único dato. Parece un síntoma inequívoco de que, a diferencia de otros momentos de la historia, el problema no es la carencia de información, sino el exceso de la misma. La dificultad hoy reside en ser capaz de discriminar y seleccionar lo realmente significativo para formarse una opinión sin morir en el intento.
¿De verdad creen que cambia mucho la situación si la FED americana sube los tipos de interés en la próxima reunión en vez de hacerlo después del verano? Más aún sabiendo que el paro se mantiene por debajo del 5%, los indicadores de salarios aumentan, la economía crece por encima del 2% interanual y los tipos de interés de referencia siguen en mínimos históricos. En mi opinión no lo hace pero, a tenor de lo visto en los mercados, soy de los pocos que no pregunto si todo está bien para romper el silencio.
Artículo publicado en ABC.
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