Cuando se intentan evaluar las actuaciones de los gobiernos siempre resulta difícil coger distancia. Y probablemente esta vez lo sea todavía más. Por un lado, la naturaleza de esta crisis hace que la emocionalidad sea mucho mayor que en cualquier otra anterior. Por otro, las formas y el tono del personaje –o de los personajes, si también incluyéramos en esta categoría al vicepresidente Iglesias– tampoco ayudan nada. Y, por último y sin ánimo de ser exhaustivo, el nivel general de la política tampoco sirve para levantar el ánimo. Sin embargo, la realidad se impone y los pasos que se van […]
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