Desde hace un año se ha roto la histórica correlación entre la evolución del PIB y la inversión publicitaria en la televisión en abierto, esto es, la de toda la vida: más actividad económica significaba más publicidad, y al revés. 2017 fue el primer año en que no esto no se cumplió. Con un crecimiento de más del 3%, la inversión publicitaria se estancó como consecuencia de la llegada de nuevas tecnologías y los nuevos hábitos de consumo.
Hasta ahora las televisiones se habían defendido bien. Habían adaptado su producto a lo que se conoce como televisión en caliente (directos o falsos directos de todo tipo), logrando que el consumo no se resintiera; paradójicamente, los minutos consumidos de televisión crecieron durante la crisis y el consumo diario por persona es enorme. En otros medios importa destacar que el impacto ha sido mucho mayor porque no han sabido adaptar su contenido. Probablemente solo mi padre esté leyendo este comentario en papel y es porque le gusta mucho presumir de hijo.
En cualquier caso, están llegando los primeros síntomas de que algo no va bien en las televisiones. Aunque se sigue consumiendo, los anunciantes se decantan por nuevos formatos (Facebook, Google, etc…). Parece que la identificación total del consumidor que ofrecen otras tecnologías es lo que se está llevando el gato al agua y la tele, por el momento, no permite eso. Además, las nuevas generaciones se decantan por otras vías de consumo que hasta hace poco eran un producto típico de la televisión.
Sin embargo, resulta muy precipitado enterrar a la que ha sido el epicentro de la familia durante los últimos cuarenta años. Primero, porque siguen teniendo un producto que tiene su público. Y segundo, y más importante, porque los avances tecnológicos permitirán acceder al conocimiento de su audiencia como el que disponen otras plataformas. Los últimos datos son una mala señal para un sector que hasta ahora se había defendido bien, pero es pronto para vender la piel del oso, pues han demostrado tener muchas vidas. Se trata de un sector muy interesante para seguir la disrupción tecnológica en marcha.
Artículo publicado en ABC.
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