La forma en la que se ha relacionado el movimiento de los mercados en los últimos días y la situación política española merece una reflexión. Aunque es muy habitual que se establezca una relación de causalidad entre cualquier evento y el comportamiento de las bolsas, algunos se han pasado de torticeros en las últimas jornadas. Las recientes caídas en las bolsas o los movimientos de los tipos de interés no han tenido nada que ver con la situación política española. Hoy, después de lo que hicieron los mercados el jueves y el viernes, no tenemos ninguna duda: la volatilidad reciente se debe, exclusivamente, a lo que ha pasado en Italia.
Resulta lógico, y en cierta medida hasta legítimo, que los políticos retuerzan los argumentos para arrimar la ascua a su sardina. Sin embargo, que lo hagan medios de comunicación reputados o personas influyentes resulta una temeridad, sobre todo cuando la opinión generalizada de los expertos era la contraria. Hay ciertos límites que no se deben sobrepasar. No todo vale y caer en el recurso facilón de “que viene el lobo” no sólo es zafio, sino que puede llegar a ser poco prudente.
Aunque es difícil, hay que intentar no caer en el recurso cómodo de relacionar cualquier evento con el comportamiento de los mercados -ya sea para bien o, como casi siempre, para mal-. Rara vez los mercados tienen una razón evidente que motive sus movimientos, pero no se puede caer en el sensacionalismo ramplón e intencionado. La foto que se han hecho algunos durante los últimos días ya está publicada, ellos sabrán si le ha valido la pena.
Artículo publicado en ABC.
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